Como
ya es de nuestro conocimiento, en muchas circunstancias hemos escuchado que las
mujeres estamos oprimidas, que nos falta autoestima, que estamos sub-valoradas, sub-estimadas, sub-tratadas,
que sentimos la necesidad de liberarnos y luchamos por ello constantemente. También,
que es complicado para nosotras soñar que en un futuro exista un Mundo donde no sea necesario demostrar cuan
importantes somos y las cualidades que poseemos. A su vez, podemos apreciar que
no será sencillo dejar de lado la imagen que erróneamente se ha formado en las
almas de los hombres de que “cargamos
con el pecado original” ya que nos vinculan con un personaje del Edén a la cual
la describen como débil y pecadora, capaz de ceder a la tentación de la serpiente y que comió la
fruta prohibida del árbol, por ello, tenemos todos la culpa, en especial
nosotras que a partir de dicha lectura somos símbolo de la tentación, el mal y
el pecado.
Por
ello, sin la intensión de perder el deseo de cambiar los arquetipos establecidos sobre
las mujeres, somos conscientes de esas ideologías sociales tienen la función de
actuar como paradigmas, y la manera de presentar a Eva produce un efecto
negativo sobre nuestra imagen, ya que al relacionarnos con ella tienen un
concepto el cual no es el idóneo, y en algunas culturas no se brinda la misma
oportunidad de progreso a las damas, todo ello produjo que esa mentalidad
positiva que poseemos poco a poco se
vaya destruyendo hasta llegar que pensar lo que los demás opinan de nosotras ya
que al oírlo en tantas oportunidades una misma lo va asimilando como si fuese
cierto, influyendo de una manera negativa la cual nos impide a decidirnos a
demostrar cuan capaces somos de conseguir lo que anhelamos en la vida. Nuestro
autoestima, se va formando desde que somos pequeños, si una persona le dice a
su hija consecutivamente frases destructivas, la niña crecerá con esa idea errónea
pensando que es verdad y no será capaz de demostrar su verdadero potencial y
por ende no se desenvolverá óptimamente en su entorno, por ello, deberíamos de
reflexionar y culminar con esa barrera que no nos deja ver la realidad, a
decidirnos y expresar lo fuertes que somos y de esa manera ese paradigma de
mujer débil se vaya quedando en el olvido.
Bersing, Doris, (2000). Autoestima Para Mujeres. Grupo Editor
Alfaomega, D.F- México.
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